Desde León y hasta aquí,este camino se me hizo largo,eterno,angosto y penoso.El abandono de dos de mis acompañantes, me sumió quizás en algo parecido al autismo,el peso de mi mochila se multiplico,pues entendí mas que nunca,que debía de llegar a Santiago,se lo debía a ellas,así que Cristina,Sole,aquí estoy,en las puertas de Santiago,y aunque aun no puedo entrar,sabéis que aquí estáis conmigo,que vuestro esfuerzo no fue en vano,sino que yo,y otros como yo recojamos vuestro esfuerzo,vuestras ganas,y vuestra lucha,para que este peculiar peregrinaje,nos deje las menos marcas posibles.Hago balance de daños:la espalda y las cervicales duelen y las piernas están cargadas.Siempre he oído la recomendación,de que la carga de un peregrino no debe pasar del 10% de nuestro peso.¡Pero Dios! si esta carga es 100 veces mi peso,que paradojas de la vida,me cuesta cargar con la bolsa del mercado,y sin embargo llevo esta carga sobre mis hombros con aparente entereza....
Supongo que esto es lo que llaman el "espíritu del camino".
Alcanzo Santiago en un silencio sólo roto por las llamadas y ánimos de quienes me siguieron en este camino.Me quito la mochila en La Plaza del Obradoiro,entre abrazos,sonrisas y lágrimas.Me es difícil no emocionarme.Contemplando la puerta Santa,y esperando a ese domingo,día 25 de julio,para entrar por esa puerta,tras el Altar Mayor.Visitar su tumba,rezar,comulgar y así ganarme el jubileo tal y como reza la tradición.Mientras contemplo esa puerta,solo un pensamiento me invade,es el recuerdo de quienes no están. ¡Mi MaeSTRa!
30 junio 2010
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1 comentario:
Murió de hambre.
Jamás, con todo, se fijará
sobre su tumba esta razón
porque será enterrado en la fosa común.
Jamás se inscribirá sobre su tumba este motivo
porque no hay pasaporte para la pura verdad.
Había ido de ventanilla en ventanilla
en todas las oficinas
por todas las fábricas
por las moradas de todos los terratenientes.
No había nunca para él una plaza vacante...
Jirón a jirón su ropa acabó en harapos.
Y esto, junto a miles de piezas de tela
con las que nadie sabía qué hacer.
Se tumbaba a las noches en plena intemperie
hoy aquí, mañana allá.
Y, sin embargo, era un hombre.
Un hombre como tú.
Un hombre como yo.
Un hombre como todos los demás.
Un hombre como todos los hombres.
Y se tumbaba a las noches sobre la desnudez del sueño
al vecino calor de las confortables mansiones.
El hambre, en las entrañas..
El frío, en los huesos.
Sus carnes, rotas de flacidez y de cansancio.
Sin color. Sus costillas, un rosario de huesos.
Un grito de rebeldía cada fémur
No se escribirá, no, sobre su tumba
que murió lentamente, lentamente de hambre,
en tanto que la harina enmohecía en los comercios
y mientras que, detrás de sus contadurías
defendidas por rejas,
las fábricas, a reventar de productos,
contaban y contaban sus pingües beneficios.
Un hombre muere.
Un hombre como tú.
Un hombre como yo.
Un hombre como todos los hombres.
Un hombre muere de hambre,
de hambre, pero al lado de la abundancia.
No. No se dirá sobre su tumba:
«Murió de hambre».
¡Maldito el hombre
que desprecia al hombre
y lo rebaja!
No se escribirá sobre su tumba, no,
«Murió de hambre».
Y tú, amigo; pero tú, amigo,
recuérdalo:
ése murió de hambre
lentamente, lentamente, lentamente,
¡de hambre!
Un hombre como todo hombre.
Un hombre como tú
"muerto de hambre".
Lentamente, lentamente
en un mundo de abundancia...
Cristina y Sole te han servido de apoyo, no han supuesto una carga extra en tu mochila, han sacado sus alas de angelitos y te han impulsado hacia tu meta, tu logro es sus logros, desgraciadamente y como ocurre con plagas de cigalas cuando cruzan el oceano, algunas pierden la vida sabedoras de que al fin el grueso del equipo alcanzará la costa. Cristina y sole, viven en ti, viven en muchos de nosotros y son tan vencedoras como tu, forman parte del equipo.
Felicidades vencedor, gracias Cristina, Gracias Sole.
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